Hoy exploraremos las diferentes categorías que nos permitirán comprender y diferenciar las diferentes patológicas que enfrentan nuestros pulmones y cómo impactan en nuestra salud respiratoria.
La primera categoría engloba las enfermedades que dificultan la entrada de oxigeno en los pulmones. Estas enfermedades restrictivas se caracterizan por la incapacidad de inspirar adecuadamente, lo que resulta en una insuficiente oxigenación de nuestro organismo.
Aquí tenemos la fibrosis pulmonar, una condición en la cual el tejido pulmonar se vuelve rígido y dificulta la expansión de los pulmones, o la rigidez o enfermedad de los músculos inspiratorios que pueden dificultar aún más la expansión pulmonar.
La segunda categoría se refiere a las enfermedades en las que el dióxido de carbono no puede salir adecuadamente de los pulmones y se acumula en ellos. Estas enfermedades obstructivas limitan el flujo normal del aire al exhalar.
Aquí nos encontraremos con el enfisema pulmonar, donde las vías respiratorias pierden su elasticidad, la bronquitis crónica, que causa irritación en las vías respiratorias y producción excesiva de mucosidad, y el asma, una enfermedad común que provoca espasmos en las vías respiratorias y dificulta la ventilación.
Y llegaremos a la tercera categoría donde nos encontramos las enfermedades en las que los alvéolos se llenan de líquido, lo cual interfiere en el intercambio adecuado de oxígeno y dióxido de carbono entre los capilares y los alvéolos.
Aquí puede aparecer la neumonía y el edema pulmonar, que afectan la función pulmonar y la capacidad de obtener suficiente oxígeno.
Finalmente, en la cuarta categoría encontramos la presencia de un coágulo sanguíneo en los capilares que rodean los alvéolos. Este puede obstaculizar el flujo sanguíneo normal y el intercambio de gases, lo cual impacta negativamente en la oxigenación. Además, es común que se produzca un derrame de sangre fuera de los capilares.