El lenguaje corporal y el dolor muscular

Siempre que no podemos o no queremos expresar cualquier necesidad o emoción de alegría o disgusto verbalmente, el cuerpo es capaz de expresarlo a través de otro lenguaje: el corporal. Y los músculos son el medio a través del cual el cuerpo expresa lo que las palabras no dicen. 

Cuando alguien no es capaz verbalmente de expresar una necesidad, es el cuerpo quien toma el relevo y se toma la molestia de expresar esta necesidad activando ciertos músculos en sitios determinados del cuerpo. 

Cuando queremos expresar una necesidad de afecto, abrimos los brazos, doblamos las rodillas y encorvamos el pecho para acoger. Pero en cambio si es el cuerpo que recurre a expresar esta necesidad, ciertos músculos de la extremidad inferior tienden a volverse mas activos y obligan las rodillas a doblarse. Doblar las rodillas crea un desequilibrio que conlleva una modificación de la postura: El cuerpo se tambalea hacia atrás por lo que los músculos anteriores del tórax se contraen para frenar este desequilibrio y la espalda torácica se encorva.   

Si esta hiper activación de los músculos de la extremidad inferior es momentánea, ya que el vacío afectivo esta satisfecho, el cuerpo vuelva a su equilibrio inicial. Así podemos pasar de una vicisitud a otra y de una circunstancia a otra, pasando de un estado de relajación a un estado de tensión para volver a un estado de relajación constantemente. Proceso que nos permite adaptamos al medio. 

Pero si la tensión muscular permanece debido a que esta pulsión emocional y mental se ha instalado de manera permanente, los músculos de la extremidad inferior se quedarán permanentemente tensos, así como también los músculos del tórax. Pero también otros músculos que el cuerpo ira reclutando para compensar el desequilibrio y así evitar que nos caigamos hacia atrás. 

Así cada uno de los músculos que se pone en tensión pone en tensión al músculo vecino y así al siguiente y al siguiente de manera sucesiva. Al final aparece en el cuerpo una cadena de tensión muscular que puede ir de la cabeza hasta los pies. Esta cadena que en un principio se había puesto en tensión para corregir un desequilibrio va a fijar una patología de dolor muscular permanente en todo el cuerpo.

Pero muchas veces ocurre que una cadena puede llegar a estar a tal nivel de tensión que invade el terreno de otra cadena muscular. Y para impedir esta invasión la cadena afectada reaccionará poniendose también en tensión. La mayoría de las veces ocurre que las zonas de dolor -motivo de consulta- son zonas reactivas y las zonas causales permanecen mudas. El tratamiento consiste en poner el cuerpo de vuelta al equilibrio tratando la causa profunda del dolor muscular.  

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